Dos son los apartados en los que Roberto Abad divide Cuando las luces aparezcan. En el primero, «Formas de abducción», nos encontramos con un joven que, guiado por el señor Maussan, sospecha que lo que ha sufrido su padre no es un derrame cerebral; un hombre que se ve a sí mismo en una pintura que ha comprado como ofrenda de paz para su esposa; un interrogatorio a un médico que poco a poco recuerda un pueblo misterioso y a sus habitantes. «Después del contacto», la segunda sección, nos muestra amores interestelares y los enconos que estos despiertan; una voz paranoide que surge tras un experimento de inseminación; la humanidad que se transforma en una ecuación, en una teoría de conjuntos. La duda, el misterio y lo extraño impregnan los seis relatos de este volumen. En ellos, el lector encontrará una realidad sospechosa en la que se intuye una verdad no dicha, llena de bruma, incierta; y justo cuando haya trascendido ese velo, vendrá a imponerse otro que lo hará cuestionarse la nueva realidad.