Hay ocasiones en que la vida nos pone en situaciones límite donde el alivio y la claridad parecen muy lejanos.
Es entonces que frases como: “No te preocupes”, “Dios te mandó este sufrimiento”, ¡o la más perfectamente inútil!: “Échale ganas”, más que darnos paz nos irritan y hasta parecen una burla.