Todos sabemos que la idealización inicial de un marido o una esposa puede conducir a la desilusión posterior, que un cónyuge que imponga reglas y expectativas rígidas siempre acaba resultando frustrante, y que la irritación y la hostilidad son la consecuencia ineludible de una comunicación deficiente. Pero a veces somos incapaces de reconocer todos estos problemas en nuestras propias relaciones de pareja.