Entre 1575 y 1580 Miguel de Cervantes permaneció como prisionero en la ciudad de Argel: cinco años –entre los 28 y los 33 de su vida– que marcaron hondamente su trayectoria vital y su obra literaria. La ciudad era un verdadero mito en su época, la república corsaria o “república popular” que dijera Salvago a principios del siglo xvii, en donde un hombre podía pasar de pobre esclavo a gobernar un navío como arraez corsario o a gobernar un territorio.