Hordas de machos en el frenesí de una violación colectiva: una depredación que se repite desde los comienzos de la historia, atraviesa inmutable los procesos civilizatorios, se prolonga hasta el corazón del siglo XX y actualmente ocupa un considerable espacio en las crónicas policiales. Tanto si se produce como crimen de guerra, contribuye a fines genocidas o se "normaliza" en una brutalidad cotidiana en tiempos de paz, conserva siempre los mismos aspectos instintivos de la barbarie más arcaica. Es el cono de sombra de la identidad masculina. Los centauros de la mitología griega, seres mitad hombre, mitad animal, representan su forma más extrema.