Una mujer está de cacería en La Cebolla de Cristal. El grupo que toca en el escenario da pena, aunque el vocalista no parece un mal partido. La atmósfera oscura es la adecuada para ocultar la cicatriz en su rostro, la dolorosa marca de las cirugías a las que fue sometida de niña debido a su labio leporino y que la hizo merecedora del cruel apodo de Cara de Liebre. Su aire desinhibido y su cuerpo exuberante logran llamar la atención del cantante, de hermosos ojos azules pero cuerpo fofo y deforme.