En el mundo contemporáneo las apariencias han sustituido a la realidad. No obstante la fotografía, una tecnología históricamente al servicio de la verdad, sigue ejerciendo una función de mecanismo ortopédico de la conciencia moderna: la cámara no miente, toda la fotografía es una evidencia. A partir de vivencias personales, Joan Fontcuberta critica esta creencia y reflexiona sobre aspectos fundamentales de la creación y la cultura actuales.