En su vehemente ensayo Sobre la ira, Séneca, célebre pensador romano del siglo I de nuestra era y una de las figuras más destacadas del estoicismo, argumenta que la ira es la pasión más destructiva para la raza humana.
Su propia vida es prueba de ello: apenas pudo conservarla bajo el reinado del colérico emperador Calígula, la perdió bajo el gobierno de Nerón.