Antes de leer y escribir, hay mucho por hacer: dar a los niños numerosas oportunidades para hablar, construir y expresar su personalidad, escuchar, pensar, jugar, moverse, controlar su cuerpo, ejercitar la praxia global y la praxia fina, sentir confianza en sí mismos, y sí, todas estas habilidades aparentemente desvinculadas de la grafomotricidad se convierten en los sólidos cimientos sobre los que se construye la adquisición de la lectoescritura.