Me advirtieron sobre Tristan Cole. «Aléjate de él, es cruel, frío, está roto», me decían.Es fácil juzgar a un hombre por su pasado. Mirar a Tristan y ver a un monstruo. Pero yo no podía hacer eso.
Tenía que aceptar el dolor que vivía dentro de él porque también vivía en mi interior.Los dos estábamos vacíos. Los dos buscábamos algo más. Los dos queríamos juntar los pedazos rotos de nuestros ayeres. Entonces, tal vez, recordaríamos por fin cómo respirar.