En el siglo XXI ya no es claro qué es una pareja. Vivimos en una sociedad postmatrimonial en la que las personas, aunque siguen casándose, ya no se piensan a partir de los roles estereotipados del marido y la esposa. No solo porque existen los contratos prenupciales o cada vez menos parejas deciden compartir bienes, sino también porque la experiencia actual del vínculo amoroso supone que cada uno no pierda su individualidad por el encuentro con el otro.