El autor utiliza, mediante notas que toma por la mañana al despertarse, sus propios sueños como ejemplo de las características formales y temáticas de la actividad onírica, para demostrar, con argumentos novedosos, los errores de . No obstante, aun sea para impugnarla, la de es una referencia necesaria. Con un énfasis didáctico que los lectores no especializados agradecen, el autor su teoría y muestra su subjetividad con una prosa ligera y en ocasiones pícara, que hubiera hecho la delicia del padre del psicoanálisis.