Pradera Uriel: Este es mi hogar, y en él, no tengo ningún tesoro. No hay oro, no hay plata, ni brillan las piedras finas. Pero tengo en cada esquina, al viento de la sábana. Una estrella en mi ventana, el cantar de cada grillo. A un río como vecino, que me regala el frescor, de sus aguas cada día. No tengo oro, ni plata, pero estoy lleno de dicha.