Se ha tenido la idea de que los libros, en especial los de historia deben tener abundante información para cubrir cada uno de los contenidos programáticos de sus respectivas unidades. Sin embargo, este tipo de materiales suelen ser, en algunos casos, poco atractivos y aburridos para las nuevas generaciones y provocan que los estudiantes se fastidien y pierdan todo interés en conocer los procesos históricos y su porqué.