En el monótono alineamiento de la decadente sociedad colonial mexicana del siglo XVIII aparece una mujer, la GÜera Rodríguez, que con su belleza y forma de ser señaló en el México dieciochesco una nueva forma de sentir la vida. La Güera Rodríguez es la consagración del presente de su época, que lleva en sí mismo el germen de la revolucionaria negación de la historia anterior.