Cuando las mujeres tienen encima la exigencia de ser las buenas de la película, de decir a todo que sí, de ceder antes las exigencias y deseos de los demás, de sentirse las cuidadoras eternas y las mamás de todo el mundo... cuando eso lo cumplen a rajatabla porque creen que es su tarea como mujeres, terminan con el síndrome de "la cabeza estallada".