Para 2012, el año de mi nacimiento, era indiscutible que el calentamiento global era real, causado por los humanos y un peligro para la humanidad. Sin embargo, gracias a una campaña financiada por las gigantes empresas petroleras, la mitad de la opinión pública y muchos políticos optaron por la negación, anteponiendo la ideología y la mentira al futuro de sus nietos.