Vivimos inmersos en el fetichismo de «lo auténtico». Queremos consumir cosas genuinas y aspiramos a ser originales.
La consagración de la autenticidad se desparrama por lo que comemos (lo bio), los lugares que visitamos (con historia, con tradición), las prendas que vestimos (la moda de lo vintage) e incluso la vida interior que desearíamos alcanzar...