Vivimos una etapa en la que abundan la tecnología, la violencia. Padecemos la carencia de valores, la falta de compromiso, e interés por el prójimo. Olvidamos la importancia de sentimientos tan bellos como el amor creyendo que son cursilerías, cosas del pasado. Sin embargo la poesía continúa abriéndose paso en este mar caótico. La poesía no muere, no se ahoga, se aferra a la tabla de salvación que le ofrecen aquellos que aún creen es posible amar, quienes han sufrido un desengaño y expresan sus vivencias, sus pasiones, por medio de ella, utilizando su voz para dar a conocer que existe esperanza a pesar del dolor y la pena, que el amor continúa vivo dentro de cada corazón.