Este académico, acostumbrado a escribir temas de altura en lenguaje adecuado a sus pares, desciende de ese sitio para emplear el habla de las ayas o nodrizas de sencilla ingenuidad, con lo que conquista al público europeo de su tiempo y aún sigue atrayendo a lectores de todos los lugares, ya que esos cuentos, al decir de una autoridad, "no son de Perrault, sino de todo el mundo", porque nos descubren nuevos horizontes de arte, de moral, de poesía y de filosofía, al ser comprendidos de mejor modo.