En realidad, lo que hasta ahora hemos visto acerca del hombre nos habla de lo que tiene que ser y hacer; pero no nos ha dicho por que y para que tenemos que ser así. El hombre "al natural", es decir, dejado a sus propias fuerzas y a sus solos impulsos, no puede llegar a la plenitud de su ser humano; ese hombre es lo que la Sagrada Escritura llama "hombre viejo", es "la carne", como dice San Juan (Jn. 3,6)