Escrito en Nápoles a fines de 1535 o a comienzos de 1536, refleja una conversación sostenida efectivamente entre Valdés y algunos de sus amigos. No quiere esto decir, como es lógico, que las palabras que figuran en el texto sean las mismas que pronunciaron los interlocutores, ni permite suponerlo así el artificio ideado por uno de ellos.
El Diálogo es una obra literaria -escrita-, no un coloquio vivo, directo. Pero cabe imaginar que el texto de Valdés reproduce en detalle y con meditada reelaboración- los puntos y las ideas expuestas espontáneamente a lo largo de una conversación real. Los libros escritos a manera de diálogo seguían una moda entonces imperante, dentro de la cual podía encontrar Valdés modelos tan ilustres como Erasmo o como Castiglione y Bembo.