La atmósfera inquietante que impregna los cuentos de Julio Cortázar (1914-1984) y que hace de muchos de ellos lecturas inolvidables proviene no sólo de la conjunción del talento con un dominio poco corriente del género, sino también de su decidida apertura a la irrupción de lo insólito en una realidad bajo la cual se siente latir algo más.