Al releer los relatos reunidos de José Emilio Pacheco, resulta inevitable referirse a ellos como clásicos. Nunca son más verdad que en estas ficciones las calles, los parques y las ferias modestas que todos conocemos, el metro, el zoológico y el museo que hemos compartido; en sus páginas se vuelven definitivos los rincones de la ciudad de México y del puerto de Veracruz irremediablemente perdidos o que, por cotidianos, parecían banales.