¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no habló conmigo? ¿Por qué no pudo encontrar otra solución a sus problemas? ¿Por qué no pensó en mí? ¿Por qué no pensó en sus hijos? ¿Por qué? La pregunta por qué está presente en forma casi obsesiva en la mente de quienes han perdido a un ser querido por suicidio. No tener una explicación trae consigo una carga de dolor adicional a la experiencia, terrible como es, del acto mismo del suicidio.