Uno de los mejores técnicos de la psicología industrial se pregunta por el valor de los métodos que practica desde hace veinte años. Sus conclusiones son severas: la selección es con frecuencia una broma pesada; la formación, una ilusión costosa; la sabia ergonomía, sutilezas excesivas; la promoción del personal y la evaluación de los puestos de trabajo, ritos burocráticos.