Las mujeres, como los hombres, son capaces de matar, de planificar el acto criminal por motivos tan emocionales como la venganza, la avaricia o los celos. Raramente el móvil es la violencia sexual, la agresión o la defensa propia porque la inferioridad física sitúa a la mujer en posición de desventaja en la confrontación directa, lo que le lleva a usar formas más sibilinas y astutas.