La vida es lo suficientemente complicada como para, además, perderse en el bosque por no saber usar los elementos que uno lleva en la mochila. Eso es lo que nos pasa con las emociones: tenemos una herramienta potentísima para nuestro viaje, pero no se nos dice cómo utilizarla, y más de una vez todos nos hemos perdido en ese bosque que son nuestros sentimientos.