Los niños que presentan problemas de conducta -tales como hiperactividad, irritabilidad, ansiedad, dificultad para relacionarse- o retraso en el desarrollo de algunas actividades motoras e intelectuales -como andar o hablar- en pocas ocasiones son comprendidos por sus padres y profesores.
Éstos ignoran que puede tratarse de una disfunción de origen neural y exigen a los pequeños un mayor esfuerzo o los castigan.