El principio del siglo xxi se caracteriza por la velocidad con que se desarrolla la tecnología, y la cantidad de información que llega diariamente al ser humano. Actualmente, en un año se obtienen avances tecnológicos y sistemas de información que antes no se lograban en 100 años.
Tanto el hombre como la mujer son víctimas de lo anterior, lo cual los lleva a tener una vida muy distinta a la de hace sólo cuatro décadas.
Hoy en día, las personas comienzan a tomar decisiones vitales desde muy temprana edad; ello los afecta paulatinamente, de tal manera que empiezan a cuestionar su forma de vida, a sufrir insomnio, depresión, fatiga incertidumbre ante el futuro, pérdida de apetito, taquicardia, aumento en el consumo de alcohol y cigarro, así como pérdida de interés por su apariencia personal.
Además, se sienten desanimados, tensos, insatisfechos con su vida, ya sea de solteros, en pareja, matrimonio o familiar. Pierden interés por su trabajo, su profesión ya no les satisface debido al constante estrés al que están sometidos y a su eterna lucha contra el tiempo.
Y por si fuera poco, disminuye su impulso sexual, lo mismo que su capacidad de concentración, y surge miedo a envejecer.