Perder a alguien, cerrar una etapa, sentirnos desconectados de lo que somos. Todos, en algún momento, experimentamos el vacío. Pero, ¿y si la ausencia no fuera solo una pérdida, sino también una puerta? ¿Y si aprender a convivir con lo que falta nos ayudara a descubrir lo que verdaderamente importa?