¡No se dicen mentiras! ¿Cuántas veces nos lo dijeron nuestros padres? ¿Cuántos de nosotros no hemos dicho alguna mentira a familiares y amigos, o hemos ocultado algún secreto a nuestra pareja? En suma, la sinceridad absoluta es una ilusión. Mentimos continuamente, y sobre todo nos mentimos a nosotros mismos, convenciéndonos de que la realidad no es como es, sino como quisiéramos que fuese.