Los niños aprenden a leer y a escribir luego de vivir numerosas experiencias que los acercan a los textos, que les animan a involucrarse en actos de lectura y de escritura. Necesitan gran variedad en esas aproximaciones a la lectoescritura y también de un ambiente favorable, divertido, en el que puedan reconocer los rasgos de las letras y jugar con ellas sin inhibiciones, verlas y moverlas hasta que asocien sonido, dibujo y grafía, hasta que la experimentación los lleve a armar palabras que después usarán en oraciones y en textos propios.