La independencia política de las antiguas colonias de España y Portugal en centro y Sudamérica no fue seguida por una emancipación de las comunidades indígenas. Aunque la retórica nacionalista celebró la preponderancia de la nueva raza «mestiza» frente al antiguo colonizador europeo, el sistema de explotación socioeconómica y discriminación racista no se modificó, y se ha mantenido hasta nuestros días incluso en países donde la población indígena es mayoritaria.