Denuncia de las “violencias urbanas”; rastrillaje sistemático de los barrios considerados sensibles; represión acrecentada de la delincuencia de los jóvenes y hostigamiento de los sin techo; toque de queda y “tolerancia cero”; aumento continuo de la población carcelaria; vigilancia punitiva de los sectores que reciben ayuda estatal: en todas partes, tanto en los países desarrollados como en los que aspiran a serlo, se hace sentir la tentación de apoyarse en las instituciones policiales y penitenciarias.