La vida se ha hecho mercado. Como si fuese nuestra segunda naturaleza, nos movemos en Uber, viajamos con Airbnb, ligamos en Tinder, compramos en Glovo, nos entretenemos en Netflix, hablamos de nosotros mismos en el lenguaje del capital humano. Este estilo de vida, que Amador Fernández-Savater llama capitalismo libidinal, nos promete la felicidad, pero lo que produce realmente es sufrimiento y malestar, en forma de precariedad, endeudamiento y dolor psíquico.