Las fronteras que delimitan la exclusión pueden asemejarse a la demarcación de un territorio en litigio permanente; sus límites pueden ampliarse, desaparecer, cambiar de nombre. Unos quedan, otros salen, unos pasan, otros no, así como una especie de divisoria, de límites, de criterios cambiantes a través de la historia; en un proceso de selección donde hay incluidos, excluidos y hasta integrados. Normalidad y su contrario interjuegan permanentemente en el ámbito de la escuela; hay un juego de contradicciones que conduce sin más a la aplicación, dentro del ámbito escolar, de ciertas prácticas que avanzan en el sentido de la segregación del alumno integrado.