Cuando aprendemos a escribir, no sólo copiamos letras o sílabas, sino que expresamos ideas y miradas, experiencias cotidianas y modos peculiares de decir. Alfabetizarse no significa repetir palabras, sino poder decir las propias. La teoría de Freire coloca a los sujetos en condiciones de replantearse críticamente las palabras de su universo para descubrirse y conquistarse y, así, asumir lúcidamente su condición humana. Este aprendizaje transformador es la vía que recorre Pedagogía del oprimido.