Hemos deslucido nuestro propio nido y la sociedad ha sido manipulada con un discurso egoísta que no es consustancial al ser humano. El cerebro está operando continuamente en alta revolución. Es triste, pero hay un descerebramiento colectivo que las nuevas generaciones de alumnos sufrirán si no se actúa con urgencia. No podemos robar el futuro a nuestros hijos y nietos.