Ahora que el tiempo se precipita sin ningún pudor hacia la nada, las obras extraviadas en algún rincón de mi librero son la prueba de que tuvo algún sentido renunciar a la universidad o a la posibilidad de una vida económica más digna. De no ser un vago no habría tenido tiempo suficiente para desperdiciar mi vida buscando quién sabe qué cosas entre las páginas de una novela.