En el corazón de Tokio hay una pequeña biblioteca donde trabaja la señora Komachi. Teclea en su computadora como un rayo y en sus momentos de ocio crea pequeñas figuras de fieltro que luego regala a los visitantes más especiales, a los que les pregunta: «¿Qué buscas?».
La respuesta parece sencilla, pero la señora Komachi no es como otros bibliotecarios.