Si en una época de mi actividad literaria me sentí atraído por los folktales, por los fairytales, no fue por fidelidad a una tradiciÛn étnica (pues mis raíces están en una Italia del todo moderna y cosmopolita), ni por nostalgia de las lecturas infantiles (en mi familia un niño debía leer sÛlo libros instructivos y con alg?n fundamento científico), sino por interés estilístico y estructural, por la lÛgica esencial con que son contados.