Borís Godunov es, sin duda, la más perfecta y celebre de las obras dramáticas de Pushkin, cuya publicación supuso el fin del clasicismo vigente y transformó radicalmente el teatro en Rusia. Concebida durante uno de sus repetidos destierros, Pushkin fue consciente que sería rechazada y La guardó consigo hasta que finalmente vio la luz, censurada, en 1831.