Cuando la artista de fama mundial Hanna Stiltje presenta su última obra de arte en el Museo de Arte Moderno de Estocolmo, murmullos de decepción recorren la sala.
En lugar de una pintura o una preciosa estatua como esas por las que es conocida, le muestra al público un aparador realizado con basura y otros desechos. Pero no son restos cualesquiera.