Corre el año 1833 y la Casa Neville, ubicada en el corazón de la City de Londres, se erige como el banco más importante del Reino Unido, incluso de Europa, con una influencia indiscutible sobre países y monarcas, empresarios y banqueros. Y, sin embargo, lo que asombra al mundo es que esa potencia financiera esté a cargo de Manon, la hija menor de la familia Neville.