Eso era el año 87, aclaró Salcido. Su gran año como burócrata de la salud pública. El año en que potabilizaron el agua de todo su estado y erradicaron las endemias que quedaban y se habían mantenido, marginales pero estables, durante las últimas tres décadas. Fue ascendido de director a secretario de salud del estado. Trabajaba como un poseído, discutiendo todo el tiempo en su cabeza con aquellos hospitales clandestinos donde podía seguir Rayda, compitiendo con ella en una estadística imaginaria de redención.