Desde que se hizo cargo de TED en 2001, Chris Anderson ha demostrado que una charla breve y cuidadosamente preparada puede ser la clave para generar empatía, suscitar emoción, intercambiar conocimiento y promover un sueño compartido. Una charla bien planificada puede electrizar a todo un público y transformar su visión de las cosas; su poder puede ser muchísimo mayor que cualquier palabra escrita.