El humor a la mexicana es un producto del choque entre la rispidez verbal del conquistador y la suavidad eufemística del indio. Las figuras sonrientes de los dioses totonacas indican que para algunos pueblos prehispánicos el sentido del humor era un atributo divino. El carácter juguetón de Hunahpú e Ixbalanqué y su torneo de bromas pesadas en el Popol Vuh revelan la existencia de una camaradería jocosa entre los dioses de la mitología maya.