Como si las cosas no fueran ya bastante difíciles siendo la única chica en un equipo de fútbol americano universitario, el entrenador tuvo que asignarme a Zeke como compañero de piso. Lo odio, y con razón: cree que, como crecimos juntos, tiene que protegerme, pero lo único que hace es interponerse en mi camino, hacerme parecer débil y enfadarme aún más.