A sus diecisiete años, Belén Freeman, solo se ha dedicado a entrenar, ganar y cargar con el gran legado familiar en el deporte. Pero sucedió, se quebró. Agotada por la tensión de la temporada, Belén perdió algo más que la confianza: su oportunidad de ganar el US Open, la compostura y, en consecuencia, a su entrenador de toda la vida.